miércoles, 6 de enero de 2010

"Autoengañarse o morir"


A veces, en ocasiones no encontramos en la vida con unas tremendas bofetadas de realidad.

Se nos plantan ahí delante de los morros ¡zassss! Ahí las tienes. Tu mismo. Esto es lo que hay.

Nos cuesta digerir el golpe. ¡Nos han cazado! Daremos mil y una excusas, ingeniaremos mil y una triquiñuelas. Incluso la persona que nos cazó nos vera tan patético que dejara de presionarnos más, con el fin de que nuestra dignidad no se vea tan salvajemente apedreada.

La solución para evitar este mal trago es sencilla. Reconoce tu mentira, tu error. No te instales en la defensa y en el empecinamiento de lo indefendible. Tu dignidad te lo agradecerá. Ademas ya lo dijo Jesús; quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Ninguna piedra fue lanzada.

¿Pero que ocurre si además de todas estas enseñanzas y buenos consejos que desde este humilde blog se te quieren dar, tú, mi querido cabroncete aun así, no estas dispuesto a descabalgar de tu montura?...entonces querido amigo has de recurrir al autoengaño.

El autoengaño es una forma mas de supervivencia, pocos nos libramos de emplearlo en algún momento de nuestras vidas, incluso nos puede ayudar a salir airosos de situaciones difíciles. Incluso puede ser un gesto de piedad hacia uno mismo. Pensar que eres un hijodeputa y no poder distorsionar esa realidad, podría llevarte a tu autodestrucción.

Si tú te autoconvences de que eres una gran persona, jamás nada ni nadie te hará enrojecer ante situaciones comprometidas, porque tu querido amigo estarás autoengañado y ningún autoengañado es consciente de que hace el mal. Tu eres un gran tipo  y eso que te están contando te ofende, te subleva te enerva. No le das dos hostias porque eres un señor.

Para lograr ser un perfecto autoengañado, lo primero que debemos de hacer es desterrar cualquier razonamiento lógico (a Occam ni se te ocurra echarle un vistazo), no podemos regirnos por los patrones sociales o conductas naturales de quienes nos rodean.

Cuando hayamos desterrado el molesto lastre del pensamiento lógico, debemos planear cuidadosamente la mentira donde nos queramos instalar. La mentira ha de ser escrupulosamente elegida, puesto que considerándonos inteligentes (partamos de que sí) podríamos darnos cuenta de nuestro propio engaño y al final no conseguiríamos autoengañarnos.

Al autoengaño se puede llegar por diferentes medios. Mediante la hipnosis, mediante complejos cócteles de farmacológicos o mediante la repetición constante (una especie de mantra) de lo que queramos conseguir. Elegiremos esta ultima opción por ser la mas económica  y de menor riesgo. Pondremos un ejemplo.

Imaginemos que somos unos amantes pésimos en la cama. Todas las parejas con las que hemos hecho el amor han pasado la mayor parte del tiempo mirando al techo emitiendo gemiditos para no herir nuestro ego y repasando las tareas programadas para el día siguiente.

Nuestro mantra consistirá en repetir al menos 500 veces al día; Soy un picha brava y esta se va a mear de gusto. Eso lo haremos todos los días durante un periodo de no menos de 1 mes.

Al mes nos volveremos a acostar con nuestra amante y evaluaremos los resultados. Si notamos en ella la mas mínima mueca de, de…algo parecido a un gesto de satisfacción, entonces vamos por el buen camino. Desecharemos cualquier pensamiento que nos asalte que no coincida con nuestro propósito y si por casualidad llegáramos a preguntarnos; ¿me estaré engañando a mi mismo? Lo negaremos y lo haremos salir de nuestra mente con la misma celeridad que un mal torero sale del ruedo tras una mala faena.

Abajo un magnifico corto de pixar esos genios de la animación que nunca dejan de sorprendernos, donde un pobre anciano usa el método del autoengaño con una maestría soberbia 




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