lunes, 2 de marzo de 2009

Mis manos no están manchadas


Y allí estaba yo. Delante de una estantería de productos de limpieza.

Miraba los envases y por mas que lo intentaba no podía recordar cual era.

Los dos tenían casi idéntica forma, mismo tapón dosificador, mismo líquido color verde, casi idéntico logotipo, rojo sobre fondo blanco, blanco sobre fondo rojo, casi idénticas curvas en el recipiente. Plus concentrado en uno, ultra concentrado en otro.

Por mas que intentaba visualizar en mi mente la repisa del fregadero, no acertaba a ubicar cual de ellos era el que ahí ocupaba su espacio.

¡Ya esta!, creo que es este,… ¿pero y si no lo es? Las dudas me asaltaban. Debía decidirme ya, llevaba 20 minutos delante de esa estantería, estaba despertando sospechas entre los empleados que comenzaban a mirarme de reojo.

Que sea lo que dios quiera, cogeré este, al fin y al cabo son idénticos, no creo que note la diferencia.

¡QUE COÑO ES ESTO EHH!

Un bote de Mistol plus concentrado.

¡NOOO!... TE DIJE FAIRY ULTRA… ¡FAIRY ULTRA!... ¿ES QUE NO VAS A SABER COMPRAR NI UN PUTO BOTE DE LAVAVAJILLAS?

Bueno creo que son casi idénticos, además me dijo el dependiente que este estaba perfumado y su ph no dañaba la piel de las manos.

¡UNA MIERDA! COMO SE NOTA QUE TU NO FREGAS LOS PLATOS. ESTE TIENE OLOR A PINO Y EL PINO ME DA DENTERA Y ME SALEN SABAÑONES.

Perdóname, no volverá a pasar, lo llevaré y lo cambiaré por el Fairy ultra.

¡UNA MIERDA QUE TE COMAS!... AHORA TE LO QUEDAS Y VAS A SER TU QUIEN LAVE LOS PLATOS HASTA QUE SE ACABE EL BOTE. TONTO DE MIERDA, INUTIL.
ACEPTO QUE NO SEPAS COMERME EL COÑO, TOLERO QUE NO SEPAS HACER EL EMBOZO DE LA CAMA, QUE TE TUERZAS AL PLANCHAR LA RAYA DE MIS PANTALONES LA CERA SIEMPRE ME LA CALIENTAS DEMASIADO, INCLUSO ME MUERDO LA LENGUA CUANDO SE TE CAEN MIGAS DE PAN CUANDO COMES, ¡PERO NO SABER COMPRARME UN LAVAVAJILLAS!…LA CULPA LA TIENE LA BRUJA DE TU MADRE QUE NO TE ENSEÑÓ, Y MALCRIÓ A UN ANORMAL EN VEZ DE EDUCAR A UN HOMBRE.

Fue en ese momento cuando cogí el cuchillo cebollero que estaba encima de la encimera y le asesté cuatro puñaladas. Todas certeras en el lado derecho de su abdomen.

La sangre brotaba a borbotones de su hígado. Se echó la mano al costado la miró y la vio empapada de sangre. Su boca abierta y sus ojos de par en par no daban crédito a lo que había pasado. Se desplomó de rodillas delante de mí. Fue entonces cuando la cogí del pelo, le eché la cabeza hacia atrás y le rebané el pescuezo de un solo tajo.

Y eso fue lo que ocurrió Sr. Juez.

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