lunes, 17 de noviembre de 2008

Rizar el rizo



Seguramente la mayoría o muchos de nosotros nos hayamos parado a pensar en el día final, en nuestro último día de vida. Seguramente la mayoría coincidiríamos en que nos gustaría que fuese rápido sin dolor rodeado de los nuestros y que fuera tan dignamente como sea posible. Irnos sin mucho ruido y sin dar mucho “porculo” a los nuestros.
Pero a menos que seas tu quien lo programes y lo ejecutes, “la señora de la guadaña” o el destino caprichoso, aparecen cuando menos te lo esperas, a menudo sin previo aviso.

A todos nos gustaría que nos recordaran por nuestras buenas obras, por ser amigo de nuestros amigos y si hemos sido alguien relevante en la vida, pues por ese legado que dejaremos para uso y disfrute de la sociedad.

Lo que seguramente coincidiríamos todos, es que no nos gustaría ser recordado por nuestros pecados o por haber tenido una muerte entupida, una de esas muertes que una vez pasada la tragedia y vistas desde la distancia provocan una clara sonrisa en la gente que la escucha o se hace eco de ella.

Una de las muertes mas entupidas que se conocen y una de las mas antiguas de la historia fue la de Esquilo, considerado el padre de las tragedias griegas. Poco antes de su muerte, el oráculo le vaticinó que moriría aplastado por una casa, por lo que decidió residir fuera de la ciudad. Durante un placido paseo por el campo, un quebrantahuesos que llevaba una tortuga en sus garras, la lanzo desde el aire para abrir su caparazón, Esquilo que era calvo confundió al quebrantahuesos y pensó que su cabeza era una roca. Esquilo murió en el acto.

Otro caso también significativo fue el ocurrido a Isadora Duncan, considerada la figura mas relevante de la danza moderna. Isadora viajaba en un automóvil y llevaba puesta una larga “chalina” (una especie de pañuelo o bufanda) de seda, su preferida. La chalina era tan larga que envolvía su cuello y parte de su cuerpo. Cuando el automóvil iba a gran velocidad, parte de la chalina voló por la ventanilla y se enredo con los radios de las ruedas del coche (era el año 1927), precipitando a la Srta. Duncan a la carretera. Fue arrastrada durante bastantes metros hasta que los gritos de esta, hicieron parar al chofer.
Cuando bajaron a socorrerla, solo pudieron certificar su muerte por estrangulamiento.

El famoso destilador de whisky, Jack Daniel quiso abrir su caja fuerte pero no recordaba la combinación. Se lió a patadas con la caja y se jodio el dedo gordo del pie. Como consecuencia de esto desarrolló una infección que termino por causarle la muerte.

El austríaco Hans Steininger supo ser famoso por tener la barba más larga del mundo (de casi un metro y medio) y por morir a causa de ella. Un día hubo un incendio en su ciudad y en la huida Hans se olvidó de enrollar su barba, la pisó, perdió el equilibrio, tropezó y se rompió el cuello.

El 13 de mayo del 2008 un joven suizo se encontraba en una habitación de su hotel haciendo una competición de escupitajos con un amigo. Tomó carrerilla desde el interior de su habitación para escupir más lejos, pero perdió el equilibrio y se precipitó a la calle desde una altura considerable. Resultado; muerte instantánea rebozado e sus propios escupitajos.

Los rockeros y artistas suelen tener unas muertes mas mediáticas, son muy dados a montar el numerito, pero eso no fue lo que le pasó a Billy Murcia, batería de los desaparecidos New York Dolls. Cuentan que tras una noche de juerga loca con su novia, y habiéndose pegado un pasote de cuantas sustancias le vinieron en ganas, se quedo dormido. Su novia que también iba “puestecilla” al parecer quería continuar la fiesta y rematarla con una buena sesión de sexo, había oído que el café suele espabilar del sueño y no se le ocurrió otra cosa que prepararle algunas cafeteras de café. Le sujeto la cabeza le abrió la boca y empezó a introducirle el café por el gaznate, al parecer nada dañino en principio. Pero claro si le metes varios litros de café a una persona inconsciente lo mas normal es que termine con los pulmones totalmente encharcados y la muerte solo sea cosa de algunos minutos. Esto le ocurrió al bueno de Billy.

Pero si estas muertes o algunas de ellas os han parecido un tanto entupidas y en algunos de los casos un tanto ridículas, nada comparado con el infortunio y la mala follá que le ocurrió a esta buena mujer. “La Sra. de la guadaña” rizó el rizo. Akí

1 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajaja que joio de verdad que siempre me haceis reir, un beso