domingo, 26 de octubre de 2008

Como perros y gatos



La famosa y celebre frase de llevarse “como perros y gatos” para referirse a las relaciones o hacer alusión a las diferencias que las personas tenemos entre si, hace ya mucho tiempo que ha quedado obsoleta.
Muchos de nosotros hemos visto como un perro y un gato pueden convivir perfectamente en armonía sin necesidad de tener que enfrentarse.
La convivencia entre perros y gatos es difícil, porque son animales de especies diferentes y los dos son predadores. Son por tanto territoriales y durante miles de años sobrevivían de lo que cazaban. Ese instinto aun persiste y vemos como los perros corren y persiguen a gatos, conejos y otras especies de su entorno. Los gatos a su vez hacen lo mismo corren y cazan a pájaros, ratones insectos etc. Pero estos instintos se pueden modelar con una educación o un pequeño adiestramiento por parte de los humanos.
A diferencia de los humanos, a estos animales no se les ha otorgado el don de la palabra y aun así saben expresar sus sentimientos y sus estados de ánimos.
Los humanos somos una especie distinta igual como los perros y los gatos, y si ellos han llegado a poder convivir entre si y respetarse, ¿Por qué los humanos nos empeñamos en hacer todo lo contrario?
Los humanos tenemos el don de la palabra, tenemos infinidad de nexos en común.
Nos unen los países, las banderas, las dificultades comunes, incluso nos unen las enfermedades, enfermedades a veces unidas por colectivos que el fin primordial debería de ser el apoyo mutuo. Aun así con todos estos nexos comunes que deberían ser motivo de solidaridad, respeto y comprensión entre los colectivos, parejas o países, nos empeñamos en destruir los lazos comunes e interponerlos a nuestros intereses o caprichos personales. Como consecuencia de esto las relaciones se deterioran, las guerras comunes se convierten en batallas personales, nos lanzamos certeros y dañinos dardos impregnados de letales venenos de daños innecesarios.
El ser humano tiene la capacidad de albergar en su interior el bien y el mal, va intrínsecamente unido en nuestro interior separado apenas por una pequeña escala de matices de grises. Nadie es totalmente bueno, ni totalmente malo, de nosotros depende elegir la gama de color con la que queramos pintar el cuadro de nuestra vida.
Quizás deberíamos pararnos a reflexionar y aportar nuestro granito de trigo al granero de la sensatez y la concordia y tomar el ejemplo de los perros y gatos, que inspiraron este escrito
Akí

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno el artículo y la foto....mmmm. Ayer cuando vi en el informátivo la noticia del perrito heroico me encanto...que tierna!