Perdidos en Galicia - 4 - FIN

El relato del viaje llega a su fin.
La experiencia que hemos vivido quedará aparcada en nuestras mentes esperando el momento en que algún pequeño detalle haga surgir los recuerdos. Si no se diera el caso, siempre quedará la opción de contar “las batallitas” a nuestros nietos.
También, es posible que repitamos las intensas jornadas de convivencia en las vacaciones del verano que viene y de esta forma aumentar los recuerdos en común y el álbum fotográfico. Tendremos que ir proponiendo lugares, estrategias y posibles candidatos para la aventura.
El balance ha sido positivo, mereció la pena reír, pelear, disfrutar y volvernos locos los unos a los otros.

¡¡¡ Chapó compañeros !!!

Estas son algunas de las excursiones que completaron nuestro recorrido por Galicia:

La visita al Monasterio de Poio (no Pollo), hoy en día convertido en museo.

Allí la verdad fuimos un poco malvados (por no decir algo más fuerte), pues para nosotros el lugar representó un escenario dado a la burla, quizás por el ambiente rancio y lúgubre de sus estancias interiores.

Los exteriores del monumento son más agradables y por supuesto lo que no hay que dejar de ver en su jardín, es el hórreo más grande del mundo.















Por la misma zona, nos recomendaron visitar el alto de San fins y su capilla, la verdad que desde allí el paisaje es espectacular.














Parte del grupo se desplazo hasta la Coruña, donde además de visitar la ciudad, su playa y la famosa Torre de Hércules, disfrutaron de un paseo en barco y de una excelente mariscada.

















Por último me gustaría destacar el pueblo marinero de Combarro (Orillamar de hórreos podría ser el significado actual).

“Lo cierto es que el mar tiene calle propia en este pueblo, entre la rúa por excelencia que delimita la costa con una línea de hórreos y la calle de atrás o de San Roque, se encuentra toda una disposición espacial que en su resultado final es casi un símbolo de galleguidad popular.


Sobre el propio afloramiento granítico se levantan las pequeñas casas marineras con delicados trabajos de cantería.
Cara al mar, se reserva un espacio para los trabajos presidido por los hórreos.
Se cuentan unos treinta, formando uno de los mayores conjuntos de Galicia con la singularidad además de su ubicación costera”.


En mi opinión uno de los pueblos marineros más bonitos que he visto.







Para despedir el relato me gustaría dar las gracias a la familia de Salvita, en especial a su madre, por habernos “aguantado” tantos días en su casa.

BICOS GALICIA.