martes, 16 de marzo de 2010

El “glamour” del VIH: bug chasers


Desafiar al peligro, rebasar los límites del miedo, burlar a la muerte…, son situaciones con las que algunas personas quieren experimentar el morbo que les produce acercarse lo máximo a la sensación de perder la vida. Ejemplos muy claros de estos comportamientos son los pilotos suicidas o el juego de la ruleta rusa.

Pero, si hablamos de autodestrucción consciente ¿puede haber algo más arriesgado que contagiarse voluntariamente del VIH?. Pues el fenómeno existe, y a sus seguidores se les llama “bug chasers” (cazadores de infecciones).

Esta práctica, marginal y minoritaria, se dio a conocer en el año 2003 en la revista “Rolling Stone” donde se destapaba el caso de un chico que quería infectarse con el VIH porque le parecía erótico ese momento. En ese mismo año, se estrenó un documental muy polémico titulado “The Gift” donde se entrevistaba y se hacía un seguimiento a un grupo de homosexuales estadounidense que buscaban contraer el virus, así como a los "gift givers" (donantes) seropositivos que se prestaban a contagiar el virus a otras personas.

Ahora, en España, ha surgido la alarma sobre la posibilidad de que se estén organizando “fiestas” privadas donde se practica sexo de alto riesgo sin protección.

Las asociaciones y colectivos gays opinan que estas noticias son sensacionalistas, que este tipo de actividad es casi inexistente y “la realizan personas con una enfermedad psiquiátrica de base, con algún tipo de trastorno psiquiátrico que hay que diagnosticar”. Algo que tiene sentido si se analizan las razones que dan los “bug chasers" para justificar su locura: en algunos es el deseo de pertenecer a la comunidad gay, y en otros el de tener la misma experiencia que sus amigos, amantes o ídolos.

Quizás, buscando la lógica, el motivo de que pase esto sea que hoy en día la enfermedad se percibe como algo menos letal, la gente se ha relajado pues la sensación de peligro es menor porque el sida ya no está vinculado necesariamente con la muerte, sino más bien con una enfermedad crónica, lo que ha hecho que la gente vuelva a querer tener sexo sin preservativo.

Uno de los chicos del documental explicaba que se sintió aliviado cuando por fin se contagió del virus, pues a partir de ese momento se liberaba para siempre de esa sensación de miedo constante a la infección, y ya no tendría que preocuparse jamás de utilizar un condón. Me gustaría preguntarle, a ese infeliz loco ignorante, que piensa ahora después de siete años de vivir con el VIH ¿le habrá compensado no ponerse la gomita? en realidad... algunos ya sabemos la respuesta.




1 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Tamos locos?
Por menos de un pimiento te regalan un papiloma o dos ¿vih también? ¡que avaricia!
LA IMAGEN GENIAL.
"LA POLLA ASESINA"