sábado, 16 de enero de 2010

Porque tú lo vales




A veces no conseguimos más en la vida porque no nos conocemos a nosotros mismos ni las capacidades que poseemos. Nuestra mente tiene la capacidad de anticipar los hechos, de pensar por adelantado lo que va a ocurrir. Hacemos razonamientos anticipados con los que nos preparamos para enfrentarnos a situaciones similares ya vividas o para defendernos ante experiencias nuevas. Esto puede hacer que percibamos la realidad que tenemos delante distorsionada, y entenderla según "nuestro mundo".

Un “razonamiento anticipado” habitual se puede convertir en un prejuicio cuando nos autolimita, no permitiendo que veamos más allá de lo que tenemos grabado en nuestro “disco duro”. Los prejuicios no nos permiten conocer y experimentar porque damos por hecho algo que ni siquiera ha sucedido, a causa de ellos perdemos oportunidades en la vida o aceptamos solamente algunas.

Esta autolimitación no surge de la noche a la mañana, sino que va creciendo a lo largo de los años. Como no se pueden borrar las experiencias personales es imposible librarse de todos los prejuicios que tenemos acumulados. Un buen método para deshacernos de algunos es cuestionarlos, enfrentarlos y reprimir aquellos que nos aíslan y no tienen razón de ser. Hay que distinguir y apartar de nuestra mente esos razonamientos guiados por las “primeras impresiones”, para que no nos limiten las oportunidades de avanzar.

Este breve cuento nos enseña que nunca debemos autolimitarnos.

Una vez un granjero encontró un nido de águila abandonado que contenía un huevo aún cálido. Recogió el huevo y se lo llevó a su granja, donde lo dejó en el nido de sus gallinas. El huevo se abrió y el polluelo de águila creció junto a los otros pollitos. Picoteaba por la granja buscando grano. Pasó su vida dentro del recinto y rara vez miró hacia arriba.

Un día cuando ya era muy viejo, levantó su cabeza y vió algo maravilloso: un águila planeando alto, allí arriba en el cielo. Mirándola, la vieja criatura suspiró y se dijo a si misma "Si tan sólo hubiese nacido siendo un águila".

Moraleja: “Nuestro potencial es mayor que nuestras circunstancias, no nos mantengamos ciegos a él”.

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