viernes, 30 de octubre de 2009

A quemarropa “la banalización de la muerte”

El hombre que aparece en la puerta del bar, relajado y fumándose un cigarrillo placidamente, ni siquiera sospecha, que ese, será su ultimo cigarrillo.

Se trata de Mariano Bacio Terracino de 53 años, camorrista del clan Misso, famoso por sus habilidades en asaltos y robos. El hombre había sido acusado del homicidio del capo de otro grupo, así como de haber tenido una relación con la esposa de otro padrino de la camorra.

Un cómplice del sicario pasa por delante de Terracino marcándole el objetivo al ejecutor.

El sicario, un hombre corpulento aparece en escena cubierto con una gorra de béisbol. Entra en el bar donde hay algunas personas. Da una pequeña ojeada y a continuación se dirige de nuevo a la salida.

Terracino esta de espaldas al asesino. El sicario con paso firme y decidido llega hasta la puerta del bar donde sin dejar de caminar y con unos movimientos mecánicos e impasibles, saca un revolver del bolsillo de la cazadora y le dispara a quemarropa al menos tres veces. Terracino cae de bruces en el suelo. El sicario sin pestañear como si todo formara parte de una ensayada y orquestada sinfonía, le da el tiro de gracia en la nuca.

Nadie ve nada, nadie escucha nada, una señora que aparece en el video jugando a un “rasca y gana” ni tan siquiera gira la cabeza para ver que ha sido ese ruido. El video se detiene en el momento de la ejecución pero en la red se pueden encontrar 4 o 5 minutos más de video después del crimen.

Los viandantes ni si quiera miran el cadáver. Algunos lo sortean por encima y ni lo miran.

Los hechos ocurrieron el pasado 11 de mayo en el barrio de Sanità en el centro de Nápoles, a plena luz del día. Tras más de 5 meses de investigación la policía ha hecho público el video para solicitar la colaboración ciudadana.

El sicario pese a haber sido identificado por la policía no dan con su paradero. Quizás nunca den con el. O quizás el armonioso ejecutor tocado con gorra de béisbol aparezca un buen día en el fondo de algún pantano con unos bonitos y brillantes zapatos de cemento.



  

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