lunes, 17 de agosto de 2009

La temible crueldad del lienzo en blanco


Prefiero una lapida enmohecida y cubierta de maleza a un prado verde florecido de amapolas y lavanda

Se siente pánico, angustia. Un alud de sensaciones desagradables se apoderan de ti. Se te afloja el esfínter, como cuando esperas a tu camello que llegue con tu droga, se te descompone el cuerpo.

Todo son sensaciones desagradables,

Ese hecho, aunque aturde tu mente en una primera instancia, en un segundo enfrentamiento ves como lo vas dominando. Eso te reconforta. Las emociones más primarias van siendo poco a poco, lentamente, dominadas.

Montas el bastidor, ensamblas sus piezas desmontadas. Todas encajan perfectamente en sus encastes. Unos pequeños golpes hacen que se asiente definitivamente. Miras la diagonal, está perfecta. Los travesaños de refuerzo del bastidor, son encajados también. Todo esta listo para recibir la tela.

Despliegas la tela en el suelo. Algodón, ha de ser fuerte y dura la tela, algunas veces es sometida a mucho maltrato. Puñaladas se ha llevado a veces. Plantas el bastidor encima de la tela estirada en el suelo, recortas su medida, unos centímetros más del tamaño del bastidor. Grapas los laterales, luego las esquinas. Ya esta montado.

Lo giras, lo tocas, no esta tensado aun. Coges cuñas de madera las introduces por las muescas que hay en el bastidor. Un pequeño martillo servirá para encajarlas. Una aquí, otra al lado contrario, siempre siguiendo la diagonal. Vuelves a palpar la tela, ya esta tersa como la piel de un tambor.

Le das la vuelta, miras la tela, aun no es blanca absoluta necesita una imprimación de gesso. Ya no estas tan seguro. Comienzan las sensaciones extrañas en tu cuerpo. No puedes mirarlo más. Preparas la base de gesso que cubrirá todo el lienzo. Agua, gesso todo mezclado en cualquier recipiente, da igual, una botella de agua cortada por la mitad, una lata vieja. Lo remueves, coges una brocha, grande, fea. Cubres todo el lienzo con esa imprimación, da igual si se aprecian brochazos, da igual si hay imperfecciones, da igual si hay pelos sueltos de la brocha, cualquier insignificante relieve lo agradecerás. Todo menos que sea totalmente blanco y liso.

Ufff, ya esta listo. Lo subes al caballete. Lo miras, una mirada general. Das unos pasos atrás, lo miras desde la distancia. Enciendes un cigarrillo, sigues mirando. Das la vuelta al lienzo, giras tu cabeza, lo miras desde abajo… ¿Qué coño estas buscando?

¿Porque no has hecho bocetos?, ¿porque no has hecho bosquejos?, siempre lo haces, casi siempre lo haces. Siempre dices que los cuadros se pintan en la cabeza y se bosquejan y que cuando te enfrentas al lienzo ya está casi todo hecho, ¿Por qué ahora no?

Sencillo, -¡porque me ha salido de la punta la polla!-. Somos maquinas de sufrir y a veces nos gusta experimentar esa angustia, ese miedo ese puto miedo a lo desconocido.

¿Para qué son las reglas? ¿Para qué son las normas?...para mearte en ellas, pero recuerda, no te saldrá gratis, debes ser consciente de eso.

Bajas el lienzo del caballete, lo pones sobre la pared. Lo miras, remiras, te sientas delante de él. Fumas, bebes. Miras los botes de pinturas, después el cuadro en blanco, ese color ¡NO!, vuelves a mirar otra pintura, esta vez la coges con la mano. Viertes un poco de pintura en una paleta-¡Joder nooooo!, pasa de óleo, óleo no, coge el acrílico…como empieces con óleo la has cagao. Pasas de todo, tiras la pintura al suelo.

Tiendes el cuadro en el suelo. Ese puto color blanco te esta matando, necesitas mancharlo ¡YA!, da igual con que color, písalo, mánchalo con los pies, quítale ese puto color blanco. Te levantas lo miras, giras sobre el- ¡Joder! ahora lo veo. Pillas el Azul, azul ultramar (acrílico) un poco de blanco un poco de cian. La pintura va directa a la tela, no quieres pinceles ni utensilios pictóricos. Esta cajetilla de tabaco servirá. Creas una especie de espátula con el cartón del paquete de tabaco, viertes la pintura sobre la tela y zassss, Haces una semidiagonal que cruza el lienzo. Una maniobra arriesgada, las diagonales no son buenas, hacen que la mirada del espectador se dirija demasiado sobre ellas. Da igual, no buscas una obra para colgar en museos, buscas expresión, buscas espontaneidad…buscas vencer al miedo del lienzo en blanco.

Joder, ahora todo fluye. Las manchas y colores se te agolpan en la cabeza, no te da tiempo a meterlas todas en el lienzo. Rojo, ocre con amarillo de Nápoles, negro, más azul. No retoques nada, no repases nada. Esas salpicaduras producidas por la rapidez del gesto, déjalas. Esos espacios vacíos, déjalos, esas líneas rotas déjalas. Ahí esta la esencia de la expresión.

Esta vez has vencido, pero sabes que las cosas no son así. Ese lienzo tenía muchísimas posibilidades de haber acabado apuñalado, quemado y arrancado del bastidor victima de tu propia frustración. No saques pecho, considéralo una pequeña concesión que te ha hecho el puto lienzo en blanco. Te seguiré retando hijo de puta.

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