martes, 23 de junio de 2009

El club del Sida


Existen muchas leyendas urbanas en cuanto al Sida

En cada ciudad del mundo acomodan la escena a las costumbres o ubicación de la misma. Por ejemplo: Hay una leyenda urbana que cuenta que un grupo de personas esparcían por las playas jeringuillas infectadas para que así la gente se contagiara con el VIH. Bien, la leyenda mas generalizada es la playa, pero si una ciudad del mundo no tiene playa, la escena o el acto criminal, lo escenificarían en cualquier otro sitio concurrido por bastante gente. Los parques de las ciudades, donde ocultarían deliberadamente entre la tierra las jeringuillas para que se pinchen los niños mientras juegan. Los cines también son lugares que se prestan a ello. En fin, la variantes sobre los “contagiadores anónimos” son muchas y variadas.

Pero hay una leyenda que se repite de una forma…como, mas insistente y creíble, como menos descabellada que las otras leyendas. Es como una especie de mantra que se repite sin mucho ruido pero que te va calando. ¡Joder!, yo me he puesto en el pellejo y me ha dado como un repelús. Pero también tiene una especie de trama romántica que, puestos a elegir el contagio joder sin dudarlo me quedo con esta

La historia en sí, la escena propiamente dicha, se desarrolla en varios escenarios. Chica escultural, megasexi conoce a señor adinerado en playa de Ipanema. Chico “que te cagas”, conoce a chica enrolladísima en discoteca Francia. Chico monisimo de la muerte conoce chico vanguardista súper-fashion en galería de arte en Madrid. No sé la forma de conocerse varia, pero todas tienen el mismo desenlace; al protagonista de la leyenda le harán llegar un comunicado que le cambiara la vida.

Yo personalmente me quedo con esta.

Resulta que un hombre entra rápidamente a la recepción de un hotel de lujo en NY. De repente se le cruza una escultural señorita. El, la arrolla (ella provoca eso) , le tira el bolso con todas sus pertenencias. Los dos se agachan a recogerlas, al bajar se golpean sus cabezas. Ríen, se miran, se gustan. Disculpas y todo eso y se presentan. El, invita a la chica a una coca cola y quedan para la noche.

Llegada la noche se presenta ella con un vestido negro ajustado que flipas,(pedazo de hembra) .Van a cenar, vino, risas, jiji, jaja. Total que acaban en la habitación del hotel.

Esa noche es la mejor noche que se ha pegado el individuo en todos los pestilentes días de su vida. Se cree que lo esta soñado. No ha usado preservativo, -¡que coño¡ va a tener esa ninfa, si esta buenísima-. La chica le proporciona la mejor maratón sexual que jamás un ser viviente pudiera imaginar. El tío se duerme extasiado como un bebé.

AL despertar mira al lado de la cama y ve que la chica ya no estaba. Se sorprende, mira su cartera, sus tarjetas, su maleta, el armario. Nada, no se ha llevado nada. Se va hacia el baño y al mirarse en el espejo ve escrito en el, con carmín de labios “Bienvenido al club del Sida”.

¡Joder! con carmín de garanza, “pa mearte”, “BIENVENIDO AL CLUB DEL SIDA”. Pero que estilazo el de esa tía, esa especie de Mata Hari vengativa. Bueno seguro que el tío era un mamón y se lo merecía, que se hubiera puesto condón.

Después trovadores y juglares van cantando de aquí para allá la leyenda. En este caso el chico de abajo canta una variante de esta historia. He luchado conmigo mismo para no poner la cancioncita, pero al final ha vencido mi debilidad por el frikismo.



1 comentarios:

Anónimo dijo...

hay otra leyenda de un seropositivo que se paseaba por el metro con una aguja llena de sangre y pinchaba a la gente y les contagiaba el sida. pero todo sera mentira como todas esas leyendas urbanas. un beso