Básicamente no reciclo porque no me sale de la punta la polla nariz.
Y porque estoy cansado que me trasladen el sentimiento de culpabilidad a mi. Si yo no reciclo mi planeta se muere.
Yo reciclaba.
Tiraba las botellas de vidrio en su container verde, el papel en el azul, lo orgánico en el negro...así hasta depositar cada porción de basura en todo el espectro de colores de contenedores que mis dirigentes habían diseñado.
Incluso las pilas AAA, AA, petaca y las de botón. Guardaba y buscaba por todo el barrio esos pequeños recipientes de forma piramidal, donde la mayoría de las veces estaban a rebosar. Da igual yo las depositaba allí, medio desparramadas, pero las llevaba. A veces tardaba días en encontrar uno de esos recipientes, a veces se me olvidaban en los bolsillos y pasaban semanas hasta que volvía a recordarme que debía de tirar esos pequeños dispositivos de energía química y venenosa para mi planeta. Arriesgaba mi integridad física, pero lo hacia por convencimiento.
Los medicamentos caducados los llevaba a la farmacia, era uno de sus mejores colaboradores, las chicas farmacéuticas me miraban sonrientes y me mandaban muecas de complicidad y de aprobación a mis actos solidarios. Creo que yo era todo un ejemplo para ellas.
Mi implicación era tal, que en mi mini cocina apenas podías moverte por ella sin tropezar con algún cubo o bolsas con desechos para reciclar. Garrafas de aceite ennegrecido, Paquetes de periódicos, cartones de embalaje. Si por alguna equivocación alguien depositaba un trozo de papel, plástico, vidrio o cualquier porción de basura en un compartimiento equivocado, la bronca era terrible y el sermón ecologista era devastador.
Un día me dije; ¿porque no reciclar lo reciclable? Y empecé a hacer esculturas de plástico. Llegue a tener una habitación llena de animalitos hechos de botellas de plástico. Robots hechos con cajas de galletas y trozos de poliespan. Prácticamente toda mi familia y mis amigos tenían ceniceros hechos con las latas de coca cola. Al principio solo hacia ceniceros pero mi técnica se fue depurando tanto que llegue incluso hacer una locomotora con sus vagones. No había una navidad donde no regalara algunos Papas Noel hechos con las latas de cerveza y coca colas
Eso era antes.
Un buen día a los dirigentes de mi pueblo se les ocurrió la brillante y revolucionaria idea de poner unos contenedores de recogida de basura hidráulicos. Unos bonitos depósitos metalizados (5 en concreto) por donde se tira la basura y cae en una fosa donde días después un camión la recoge y la vacía. En todo el pueblo solo hay 3 puntos para tirar la basura. Yo he tenido suerte apenas tengo que andar unos 300 metros hasta los containers. A veces aprovecho que he de salir a comprar al pueblo de al lado para meter la basura en el coche y de paso tirarla. Mi memoria flaquea. En más de una ocasión me he llevado la basura de paseo, solo el olor putrefacto del pescao del día anterior ha hecho percatarme que se me había olvidado tirar la basura.
A los pocos días salió un bando municipal donde se comunicaba a todos los vecinos, que la persona que no reciclara y depositara en su adecuado container su basura correspondiente, seria multado.
¡Multado!, seria multado… ¿…?
¡Yo multado!, No multarían a esas empresas que me venden las lechugas en bandejas de poliespan y plastificadas, no, ni a las que venden botes de cosméticos envasados en tres envases (plástico- caja, plástico-crema) ni a las que envasan el pan en bolsas. En definitiva a toda la industria por sus excesos de envoltorios. Ni tampoco multarían a las empresas que llenan mi buzón diariamente con cantidades industriales de publicidad que yo no he solicitado y que hace que me la tenga que subir a mi casa y reciclarla. Esos están libres de multas y de sentimiento de culpabilidad por contaminar su planeta, mi planeta, nuestro planeta… ¿si a ellos no les importa porque habría de importarme a mí? Total vamos a morir juntos. A sus hijos le saldrán cánceres de piel como a los “míos” debido a la ausencia de capa de ozono. El agua contaminada hará que sus nietos tengan deformaciones genéticas…nos joderemos todos y no seré yo quien tenga que velar por la salud de sus hijos.
Ahora me he vuelto un luchador incansable y saboteador del programa de reciclaje de los de mi pueblo.
Tiro las bolsas de basura en los contenedores que no corresponden. Lo orgánico donde el plástico, el vidrio donde el papel y cartón. El pescado lo guardo en bolsas herméticas en casa y cuando esta putrefacto lo distribuyo a partes proporcionadas por todos los contenedores.
Cuando se me olvida una bolsa de basura en el coche, abro la ventana y la lanzo a la cuneta
y todas mis creaciones recicladas las deposité una noche en la puerta del ayuntamiento les sellé la cerradura con silicona y pinté sobre la fachada con spray “El reciclador justiciero”, espero que hayan captado el mensaje.
Aun así, mi sentido de la solidaridad es tal, que con mi mal comportamiento estoy contribuyendo a generar puestos de trabajo. Ahora contratan a mas personal para que separen manualmente los residuos que con premeditación y alevosía he depositado en los contenedores equivocados...no hay mal que por bien no venga. Quien es solidario, muere solidario.
Y porque estoy cansado que me trasladen el sentimiento de culpabilidad a mi. Si yo no reciclo mi planeta se muere.
Yo reciclaba.
Tiraba las botellas de vidrio en su container verde, el papel en el azul, lo orgánico en el negro...así hasta depositar cada porción de basura en todo el espectro de colores de contenedores que mis dirigentes habían diseñado.
Incluso las pilas AAA, AA, petaca y las de botón. Guardaba y buscaba por todo el barrio esos pequeños recipientes de forma piramidal, donde la mayoría de las veces estaban a rebosar. Da igual yo las depositaba allí, medio desparramadas, pero las llevaba. A veces tardaba días en encontrar uno de esos recipientes, a veces se me olvidaban en los bolsillos y pasaban semanas hasta que volvía a recordarme que debía de tirar esos pequeños dispositivos de energía química y venenosa para mi planeta. Arriesgaba mi integridad física, pero lo hacia por convencimiento.
Los medicamentos caducados los llevaba a la farmacia, era uno de sus mejores colaboradores, las chicas farmacéuticas me miraban sonrientes y me mandaban muecas de complicidad y de aprobación a mis actos solidarios. Creo que yo era todo un ejemplo para ellas.
Mi implicación era tal, que en mi mini cocina apenas podías moverte por ella sin tropezar con algún cubo o bolsas con desechos para reciclar. Garrafas de aceite ennegrecido, Paquetes de periódicos, cartones de embalaje. Si por alguna equivocación alguien depositaba un trozo de papel, plástico, vidrio o cualquier porción de basura en un compartimiento equivocado, la bronca era terrible y el sermón ecologista era devastador.
Un día me dije; ¿porque no reciclar lo reciclable? Y empecé a hacer esculturas de plástico. Llegue a tener una habitación llena de animalitos hechos de botellas de plástico. Robots hechos con cajas de galletas y trozos de poliespan. Prácticamente toda mi familia y mis amigos tenían ceniceros hechos con las latas de coca cola. Al principio solo hacia ceniceros pero mi técnica se fue depurando tanto que llegue incluso hacer una locomotora con sus vagones. No había una navidad donde no regalara algunos Papas Noel hechos con las latas de cerveza y coca colas
Eso era antes.
Un buen día a los dirigentes de mi pueblo se les ocurrió la brillante y revolucionaria idea de poner unos contenedores de recogida de basura hidráulicos. Unos bonitos depósitos metalizados (5 en concreto) por donde se tira la basura y cae en una fosa donde días después un camión la recoge y la vacía. En todo el pueblo solo hay 3 puntos para tirar la basura. Yo he tenido suerte apenas tengo que andar unos 300 metros hasta los containers. A veces aprovecho que he de salir a comprar al pueblo de al lado para meter la basura en el coche y de paso tirarla. Mi memoria flaquea. En más de una ocasión me he llevado la basura de paseo, solo el olor putrefacto del pescao del día anterior ha hecho percatarme que se me había olvidado tirar la basura.
A los pocos días salió un bando municipal donde se comunicaba a todos los vecinos, que la persona que no reciclara y depositara en su adecuado container su basura correspondiente, seria multado.
¡Multado!, seria multado… ¿…?
¡Yo multado!, No multarían a esas empresas que me venden las lechugas en bandejas de poliespan y plastificadas, no, ni a las que venden botes de cosméticos envasados en tres envases (plástico- caja, plástico-crema) ni a las que envasan el pan en bolsas. En definitiva a toda la industria por sus excesos de envoltorios. Ni tampoco multarían a las empresas que llenan mi buzón diariamente con cantidades industriales de publicidad que yo no he solicitado y que hace que me la tenga que subir a mi casa y reciclarla. Esos están libres de multas y de sentimiento de culpabilidad por contaminar su planeta, mi planeta, nuestro planeta… ¿si a ellos no les importa porque habría de importarme a mí? Total vamos a morir juntos. A sus hijos le saldrán cánceres de piel como a los “míos” debido a la ausencia de capa de ozono. El agua contaminada hará que sus nietos tengan deformaciones genéticas…nos joderemos todos y no seré yo quien tenga que velar por la salud de sus hijos.
Ahora me he vuelto un luchador incansable y saboteador del programa de reciclaje de los de mi pueblo.
Tiro las bolsas de basura en los contenedores que no corresponden. Lo orgánico donde el plástico, el vidrio donde el papel y cartón. El pescado lo guardo en bolsas herméticas en casa y cuando esta putrefacto lo distribuyo a partes proporcionadas por todos los contenedores.
Cuando se me olvida una bolsa de basura en el coche, abro la ventana y la lanzo a la cuneta
y todas mis creaciones recicladas las deposité una noche en la puerta del ayuntamiento les sellé la cerradura con silicona y pinté sobre la fachada con spray “El reciclador justiciero”, espero que hayan captado el mensaje.
Aun así, mi sentido de la solidaridad es tal, que con mi mal comportamiento estoy contribuyendo a generar puestos de trabajo. Ahora contratan a mas personal para que separen manualmente los residuos que con premeditación y alevosía he depositado en los contenedores equivocados...no hay mal que por bien no venga. Quien es solidario, muere solidario.
1 comentarios:
mira que eres mala gente a qien se le ocurre tirar el vidrio en el contenedor de papel para que se corten los empleados jajajajja
yo tiro los tampax por el vater pero no se lo digas a nadie XD
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