El síndrome de la mano extraña o síndrome de la mano ajena es un desorden mental raro en el cual una de las manos de quien lo padece parece adquirir vida propia.
Con estos síntomas, no es extraño que los afectados lleguen a pensar que son víctimas de una extraña posesión demoníaca. Pero existe una explicación física para lo que les sucede, y está en el cerebro.
La causa está en los daños producidos en una zona conocida como cuerpo calloso. Una alteración seria en este haz de fibras que conecta ambos hemisferios cerebrales, produce una falta de comunicación y una especie de división de la conciencia: las dos mitades no se pasan los datos y el paciente llega a actuar funcionalmente como una persona con dos cerebros.
El caso, nos ha llamado la atención porque hace unos días se publicaba una noticia donde un hombre de 73 años afectado por este síndrome tenía serios problemas. Resulta que su mano extraña, la traviesa, esa que no obedece, le daba por masturbar al señor en los sitios mas inverosímiles y claro le ha metido en algunas situaciones bastantes embarazosas.
Estando el señor en la consulta del medico esperando su turno, su mano ajena le daba por tocarle sus partes nobles. El señor avergonzado debía de abandonar la consulta. En otras ocasiones delante de algunas visitas le jugaba la misma mala pasada, total que el señor ya no sabe que hacer.
Se han dado casos donde la mano ajena tiene una iniciativa bastante inquietante; si intentan abrocharse la camisa con su mano sana, la otra la va desabrochando a su vez. Una paciente relataba como intentaba fregar los platos, mientras su mano ajena se los devolvía de nuevo al fregadero. Un señor trataba de pagar en un bar, no lo conseguía, su mano ajena le volvía a guardar el dinero en el bolsillo. Otra paciente se peleaba durante más de 10 minutos para intentar abrir el periódico con su mano derecha, mientras la izquierda se lo cerraba.
Quizás yo empiece a estar afectado por este extraño síndrome. Desde hace algún tiempo (en invierno sobre todo), noto algunos desordenes. Cuando mi mano izquierda retira el edredón de la cama para incorporarme a mí que hacer diario, mi mano derecha vuelve a taparme como si no quisiera que me levantara, es una lucha constante.
Con estos síntomas, no es extraño que los afectados lleguen a pensar que son víctimas de una extraña posesión demoníaca. Pero existe una explicación física para lo que les sucede, y está en el cerebro.
La causa está en los daños producidos en una zona conocida como cuerpo calloso. Una alteración seria en este haz de fibras que conecta ambos hemisferios cerebrales, produce una falta de comunicación y una especie de división de la conciencia: las dos mitades no se pasan los datos y el paciente llega a actuar funcionalmente como una persona con dos cerebros.
El caso, nos ha llamado la atención porque hace unos días se publicaba una noticia donde un hombre de 73 años afectado por este síndrome tenía serios problemas. Resulta que su mano extraña, la traviesa, esa que no obedece, le daba por masturbar al señor en los sitios mas inverosímiles y claro le ha metido en algunas situaciones bastantes embarazosas.
Estando el señor en la consulta del medico esperando su turno, su mano ajena le daba por tocarle sus partes nobles. El señor avergonzado debía de abandonar la consulta. En otras ocasiones delante de algunas visitas le jugaba la misma mala pasada, total que el señor ya no sabe que hacer.
Se han dado casos donde la mano ajena tiene una iniciativa bastante inquietante; si intentan abrocharse la camisa con su mano sana, la otra la va desabrochando a su vez. Una paciente relataba como intentaba fregar los platos, mientras su mano ajena se los devolvía de nuevo al fregadero. Un señor trataba de pagar en un bar, no lo conseguía, su mano ajena le volvía a guardar el dinero en el bolsillo. Otra paciente se peleaba durante más de 10 minutos para intentar abrir el periódico con su mano derecha, mientras la izquierda se lo cerraba.
Quizás yo empiece a estar afectado por este extraño síndrome. Desde hace algún tiempo (en invierno sobre todo), noto algunos desordenes. Cuando mi mano izquierda retira el edredón de la cama para incorporarme a mí que hacer diario, mi mano derecha vuelve a taparme como si no quisiera que me levantara, es una lucha constante.
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