Es lo que tiene salir de la ciudad. Te instalas a vivir en un sitio apacible apartado del mundanal ruido y la vorágine urbanística y en un corto plazo de tiempo empiezan a cambiar tus biorritmos. Piensas, reflexionas, respiras aire no contaminado, oyes el canto de los pajaritos, piensas y caminas con la parsimonia de los lugareños. Los perros andan sueltos por las calles, nada de correas, nada de collares, defecan en donde les asalten las ganas, practican sexo libremente debajo de tu ventana, nadie se escandaliza, nadie se ríe, nadie se para a mirar, son escenas cotidianas de la vida rural...
Las gentes se saludan a su paso por las calles, bon dia!, bon dia, bona nit!, bona nit. A los forasteros se les reconoce porque ellos no nos saludan y se quedan mirando a los perros como follan en la calle. Se ríen, hacen fotos a los canes que apaciblemente jadean con sus sexos soldados. Los forasteros respetan las normas de circulación, ante una señal de dirección prohibida, jamás se les ocurriría infringirla, rodearían la circunferencia del pueblo antes que conducir en sentido contrario. Tampoco aparcan en los vados, los respetan, guardan las distancias en esos márgenes de color rojo o amarillo que se pintan en los bordillos. Nosotros los de aqui, no lo hacemos, ante una dirección prohibida continuamos la marcha y si encontramos a otro de nuestros vecinos, nos apartamos a un lado y maniobramos hasta que pasamos los dos. Solemos preguntarnos por nuestras cosas cuando nos encontramos en paralelo bloqueando la calle en todos los sentidos. A veces paramos el motor y bajamos a echarnos un cigarrillo. Con los aparcamientos ocurre lo mismo, rara es la vez que alguien aparque en el lugar que tu sueles aparcar, no existen nombres ni numeración que indique que ese pedazo de parcela es tuyo, pero hay una ley no escrita que todos respetamos. Pero si alguna vez (mayormente ocasionado por forasteros), alguien invade tu plaza de aparcamiento, nadie duda en aparcar en el vado mas cercano, todos saben que nadie avisara a la grúa, nos avisamos con un silbido, con una voz, con un timbrazo en tu puerta, se suele aprovechar la ocasión para tomar un café o unas cervezas.
Los que hemos llegado aquí provenientes de las grandes urbes de seguida nos acostumbramos a estas normas, a estas peculiaridades de la vida rural, nos parecen actitudes románticas y las valoramos más que los nativos, pero a menudo cuando regresamos a la city se nos olvidan sus entresijos y olvidamos que allí se rigen por las normas de siempre.
Eso ocurrió ayer sin ir más lejos. Había planificado bien el día, todo estaba atado, ultimado, sobre el papel todo debería de funcionar como la precisa maquinaria de un reloj suizo, pero el destino, el azar, las alineaciones de los planetas a veces se interponen entre los programas que diseñamos.
Dos horas tarde en el arranque del inicio de la jornada ,(nuevamente el maldito despertador) hicieron que el plan perfectamente trazado se desestabilizara ligeramente, y las prisas nunca fueron buenas consejeras para mi.
Al llegar a la ciudad, aun con el programa ligeramente alterado, localicé mi primer objetivo, El Banco. La calle donde estaba situado ya no estaba como yo la dejé, su dirección había cambiado de sentido, y seguido por mi inercia y por el retraso acumulado no reparé en ello. Fue al ver los coches aparcados en contra de mi dirección cuando advertí que algo no iba bien. Opte por dejar el vehiculo en el primer hueco que encontré a fin de no ocasionar ningún percance. En la lejanía divisé que se aproximaban algunos vehículos hacia mi. Ya que estaba allí y el banco se encontraba a unos escasos veinte metros, decidí hacer la gestión que allí me había traído.
Diez escasos minutos me llevó hacer esa gestión, ahora debía seguir mi plan y encaminarme a mi siguiente objetivo “Can Ruti”... ¡Pero!…¿donde esta mi coche? mire a ambos lados de la calle adelante, hacia detrás, no lo vi., el estomago me dio un ligero vuelco, en el lugar donde debía de estar mi coche se hallaban aparcadas una batería de motos de una pizzería de enfrente, seguí caminado calle abajo y la mas de mis desalentadoras sospechas se acababa de confirmar, un triangulo verde fosforescente yacía en el suelo justo al lado de donde debía de estar mi coche.
Autobús, dirección depósito de la grúa. Nuevamente mis planes trazados con precisión quirúrgica habían sido desestabilizados por los contratiempos. Después de un largo recorrido y una caminata interminable la veo, veo una ventana con cristales antibalas dos señoritas detrás de ella, una sentada en el pico de una mesa fumaba placidamente, la otra escuchaba atentamente sus comentarios. Mientras me encaminaba al mostrador me echó una mirada como observándome de arriba abajo, no se levantó, no se inmutó, exhaló una larga calada al cigarrillo y siguió conversando con su compañera. Mientras caminaba hacia ellas me dije; no, no les daré el placer de que me vean cabreado no mostrare signos de odio ni rencor, controlare mis impulsos. Estas clases de individuos se alimentan de los cabreos de los pobres que llegan con sus planes chafados por culpa de la voracidad recaudadora de los ayuntamientos, nuestros coches han sido robados de la vía publica y ninguno de los mejores argumentos de los que seas capaz de esgrimir, harán que te lleves tu vehiculo sin previo pago por la ventanilla.
Hacia 2 minutos que estaba frente a la ventanilla esperando, tranquilo, sosegado, los chirridos de mis dientes resonaban en mi cerebro de una forma espectacular, pero confiaba en que ellas no los oyeran. Levantó en culo de la mesa, apagó su cigarrillo, conectó el interfono para dirigirse a mi y mirándome a los ojos me dijo:…-¡Si!-, le contesto, buenos días venia a retirar mi coche,-dígame la matricula-. Todos y cuantos datos me pidió se los fui cantando a través del cristal blindado. La señora era una señora gorda muy gorda con los dientes ennegrecidos unas pobladas cejas y un bigote que mas de un agente de la benemérita lo quisiera para el.
Son 98 euros me dijo entregándome unos formularios que había rellenado. Saque 100 euros del bolsillo que iban a ser destinados a otros menesteres y con todo el dolor de mi corazón se los hice llegar a través del cajón que ella de inmediato introdujo para sus adentros, me entregó el ticket que me abriría la puerta de salida y me devolvió los 2 euros del cambio, muy amablemente y con esa simpatía que me caracteriza le dije a través del interfono; no déjelo quédese con el cambio y me di media vuelta y me encamine hacia la entrada del parking. ¡Señor!, ¡señor!, -la oía dirigirse a mi-, ¡no aceptamos propinas! hice oídos sordos y proseguí mi marcha.
¡Hija de la grandísima puta!, ¡pedazo de morsa bigotuda!, ojala te de una puta tos con el humo del tabaco que te entren las cagaleras de la muerte…¡¡Mamonaaaa!!, y al cabrón del gruista ojala se pille la polla con el elevador cuando este subiendo otro coche y se quede eunuco…me cago en to el puto ayuntamiento de Badalona, en la puta alcaldesa y en tó su sequito al completo. ¡Y el puto pizzero que ehh!, porque seguro que fue el, el muy mamón quien avisó a la grua, podía haber silbado o preguntado en el banco ¡joder! nos hubiéramos tomado un café, pero no el muy hijo de puta llama a la grua…ojala contraigan algunos de sus clientes una salmonela y le cierren el puto garito los de sanidad para el resto de sus pestilentes días, y encima el cabronazo del banquero no me dió un puto calendario ya no te digo un jamón, ¡¡Joder!! Pero un puto calendario…100 eurazos joder, cada vez que me acuerdo...Arggggggg.
Me voy pa mi pueblo ¡ya! a ver como follan los perros y a aparcar donde me salga la polla.
Las gentes se saludan a su paso por las calles, bon dia!, bon dia, bona nit!, bona nit. A los forasteros se les reconoce porque ellos no nos saludan y se quedan mirando a los perros como follan en la calle. Se ríen, hacen fotos a los canes que apaciblemente jadean con sus sexos soldados. Los forasteros respetan las normas de circulación, ante una señal de dirección prohibida, jamás se les ocurriría infringirla, rodearían la circunferencia del pueblo antes que conducir en sentido contrario. Tampoco aparcan en los vados, los respetan, guardan las distancias en esos márgenes de color rojo o amarillo que se pintan en los bordillos. Nosotros los de aqui, no lo hacemos, ante una dirección prohibida continuamos la marcha y si encontramos a otro de nuestros vecinos, nos apartamos a un lado y maniobramos hasta que pasamos los dos. Solemos preguntarnos por nuestras cosas cuando nos encontramos en paralelo bloqueando la calle en todos los sentidos. A veces paramos el motor y bajamos a echarnos un cigarrillo. Con los aparcamientos ocurre lo mismo, rara es la vez que alguien aparque en el lugar que tu sueles aparcar, no existen nombres ni numeración que indique que ese pedazo de parcela es tuyo, pero hay una ley no escrita que todos respetamos. Pero si alguna vez (mayormente ocasionado por forasteros), alguien invade tu plaza de aparcamiento, nadie duda en aparcar en el vado mas cercano, todos saben que nadie avisara a la grúa, nos avisamos con un silbido, con una voz, con un timbrazo en tu puerta, se suele aprovechar la ocasión para tomar un café o unas cervezas.
Los que hemos llegado aquí provenientes de las grandes urbes de seguida nos acostumbramos a estas normas, a estas peculiaridades de la vida rural, nos parecen actitudes románticas y las valoramos más que los nativos, pero a menudo cuando regresamos a la city se nos olvidan sus entresijos y olvidamos que allí se rigen por las normas de siempre.
Eso ocurrió ayer sin ir más lejos. Había planificado bien el día, todo estaba atado, ultimado, sobre el papel todo debería de funcionar como la precisa maquinaria de un reloj suizo, pero el destino, el azar, las alineaciones de los planetas a veces se interponen entre los programas que diseñamos.
Dos horas tarde en el arranque del inicio de la jornada ,(nuevamente el maldito despertador) hicieron que el plan perfectamente trazado se desestabilizara ligeramente, y las prisas nunca fueron buenas consejeras para mi.
Al llegar a la ciudad, aun con el programa ligeramente alterado, localicé mi primer objetivo, El Banco. La calle donde estaba situado ya no estaba como yo la dejé, su dirección había cambiado de sentido, y seguido por mi inercia y por el retraso acumulado no reparé en ello. Fue al ver los coches aparcados en contra de mi dirección cuando advertí que algo no iba bien. Opte por dejar el vehiculo en el primer hueco que encontré a fin de no ocasionar ningún percance. En la lejanía divisé que se aproximaban algunos vehículos hacia mi. Ya que estaba allí y el banco se encontraba a unos escasos veinte metros, decidí hacer la gestión que allí me había traído.
Diez escasos minutos me llevó hacer esa gestión, ahora debía seguir mi plan y encaminarme a mi siguiente objetivo “Can Ruti”... ¡Pero!…¿donde esta mi coche? mire a ambos lados de la calle adelante, hacia detrás, no lo vi., el estomago me dio un ligero vuelco, en el lugar donde debía de estar mi coche se hallaban aparcadas una batería de motos de una pizzería de enfrente, seguí caminado calle abajo y la mas de mis desalentadoras sospechas se acababa de confirmar, un triangulo verde fosforescente yacía en el suelo justo al lado de donde debía de estar mi coche.
Autobús, dirección depósito de la grúa. Nuevamente mis planes trazados con precisión quirúrgica habían sido desestabilizados por los contratiempos. Después de un largo recorrido y una caminata interminable la veo, veo una ventana con cristales antibalas dos señoritas detrás de ella, una sentada en el pico de una mesa fumaba placidamente, la otra escuchaba atentamente sus comentarios. Mientras me encaminaba al mostrador me echó una mirada como observándome de arriba abajo, no se levantó, no se inmutó, exhaló una larga calada al cigarrillo y siguió conversando con su compañera. Mientras caminaba hacia ellas me dije; no, no les daré el placer de que me vean cabreado no mostrare signos de odio ni rencor, controlare mis impulsos. Estas clases de individuos se alimentan de los cabreos de los pobres que llegan con sus planes chafados por culpa de la voracidad recaudadora de los ayuntamientos, nuestros coches han sido robados de la vía publica y ninguno de los mejores argumentos de los que seas capaz de esgrimir, harán que te lleves tu vehiculo sin previo pago por la ventanilla.
Hacia 2 minutos que estaba frente a la ventanilla esperando, tranquilo, sosegado, los chirridos de mis dientes resonaban en mi cerebro de una forma espectacular, pero confiaba en que ellas no los oyeran. Levantó en culo de la mesa, apagó su cigarrillo, conectó el interfono para dirigirse a mi y mirándome a los ojos me dijo:…-¡Si!-, le contesto, buenos días venia a retirar mi coche,-dígame la matricula-. Todos y cuantos datos me pidió se los fui cantando a través del cristal blindado. La señora era una señora gorda muy gorda con los dientes ennegrecidos unas pobladas cejas y un bigote que mas de un agente de la benemérita lo quisiera para el.
Son 98 euros me dijo entregándome unos formularios que había rellenado. Saque 100 euros del bolsillo que iban a ser destinados a otros menesteres y con todo el dolor de mi corazón se los hice llegar a través del cajón que ella de inmediato introdujo para sus adentros, me entregó el ticket que me abriría la puerta de salida y me devolvió los 2 euros del cambio, muy amablemente y con esa simpatía que me caracteriza le dije a través del interfono; no déjelo quédese con el cambio y me di media vuelta y me encamine hacia la entrada del parking. ¡Señor!, ¡señor!, -la oía dirigirse a mi-, ¡no aceptamos propinas! hice oídos sordos y proseguí mi marcha.
¡Hija de la grandísima puta!, ¡pedazo de morsa bigotuda!, ojala te de una puta tos con el humo del tabaco que te entren las cagaleras de la muerte…¡¡Mamonaaaa!!, y al cabrón del gruista ojala se pille la polla con el elevador cuando este subiendo otro coche y se quede eunuco…me cago en to el puto ayuntamiento de Badalona, en la puta alcaldesa y en tó su sequito al completo. ¡Y el puto pizzero que ehh!, porque seguro que fue el, el muy mamón quien avisó a la grua, podía haber silbado o preguntado en el banco ¡joder! nos hubiéramos tomado un café, pero no el muy hijo de puta llama a la grua…ojala contraigan algunos de sus clientes una salmonela y le cierren el puto garito los de sanidad para el resto de sus pestilentes días, y encima el cabronazo del banquero no me dió un puto calendario ya no te digo un jamón, ¡¡Joder!! Pero un puto calendario…100 eurazos joder, cada vez que me acuerdo...Arggggggg.
Me voy pa mi pueblo ¡ya! a ver como follan los perros y a aparcar donde me salga la polla.
5 comentarios:
Vaya como siento que tuvieses un dia de perros. Solo agradecerte por colaborar con 100 € por este nuestro pequeño pueblo, que con gnete como tu, lo vamos haciendo grande poco a poco, ojala al cabo del dia hayan muchos como tu, asi a la hora de pedir ayudas al Ayuntamiento, podremos recibir algo, por cierto ya no es Alcaldesa, es Alcalde, lo dicho muchas gracias por tu colaboracion en las arcas de nuestro-tu ayuntamiento.Seguro que esos 100 euros los llevabas para gastartelos en la fabrica del Anis del mono, tan tipico en estas fechas. Montigalasssssssssss
"No hay mal que por bien no venga"...y lo agustito que volviste a casa eh? eso no tiene precio!!
Que tengas un buen día.
Desde ahora te llamaré el pupas. Jajajaja
La susti
Oye Montigalas, deja de hurgar en la herida, no?, que aun esta fresca
Serás peazooo mamón, tu quieres morir joven me parece a mi. Pues morirás cara la pared con el culo sangrando y un billete de 5 leuros en una mano, Además me cago en toa la playa de chernobil( que se me había olvidao)…será joio polculo el montigalas este, …y el alcalde te va a dar una mielda, pos no son roñosos ni ná los badalonís.
ahh se me olvidaba un beso en toa la frente , traidor mas que traidor
ainssssssss acuerdate de ponerme un clavel en la boca , ademas del billete ehhhh, jejejejejje
besotes para los dos joio
Montigalassssssssss
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