Todos hemos oído hablar del “efecto placebo”. Es un tema interesante y muy discutido por la comunidad científica. Con todo el conocimiento que la ciencia posee actualmente, el placebo todavía es un misterio.
Placebo es cualquier sustancia inocua, que sin contener ningún principio activo, se suministra a un paciente con el “engaño” de que es un fármaco capaz de curarle. Se ha usado desde la antigüedad para complacer a los pacientes que querían una solución a problemas que el médico no podía realmente solucionar, el término viene del latín y significa complacer, satisfacer.
Hoy, se emplea principalmente en las pruebas experimentales a ciegas. Hasta que no termina el test ni el voluntario que lo recibe ni el investigador que lo administra saben si la dosis contiene el auténtico medicamento o el placebo. De esta manera, se evita que el científico pueda dar pistas al paciente sobre si está o no recibiendo un tratamiento real. Los ensayos clínicos a ciegas muestran una mejoría de entre el 25% y el 75% de los pacientes gracias al efecto placebo. Las enfermedades que en mayor medida se benefician de esta medicina imaginaria son el dolor crónico, la hipertensión, la angina de pecho, la depresión, la úlcera, el asma, la artritis y la migraña. Todas poseen un evidente componente psicosomático: una conexión entre la mente y el cuerpo.
Pero el placebo hace mucho más que aliviar el dolor. Parece afectar al nivel de estrés, reduce la presión sanguínea y la hiperacidez, combate el exceso de azúcar en los diabéticos, descongestiona los bronquios e incluso, como algunos afirman, reduce el tamaño de un tumor. La mejoría que se experimenta con el efecto placebo se debe -según los expertos- al poder de la mente sobre la materia. Todos poseemos, en diversos grados, este potencial. La capacidad de la mente para despertar el mecanismo que consigue la curación es tan desconocida como ilimitada. Si uno cree que le está haciendo bien a su cuerpo, ese pensamiento le conducirá a sentir beneficios.
Hasta ahora era sólo una teoría que en el efecto placebo se implican los estados anímicos sobre la química natural del cerebro y, en consecuencia, en el sistema inmunológico. Antes se pensaba que el sistema inmunológico era independiente de los enlaces psicosomáticos del cuerpo. Pero ahora, cabe la posibilidad de que el estado anímico esté relacionado con la susceptibilidad a enfermar. Estudios recientes ya han comenzado a revelar algunas de las bases bioquímicas del efecto placebo. Tales como que los placebos producen analgesia a través de la liberación de opioides endógenos y de dopamina.
Los neurólogos de la Universidad de Michigan, descubrieron cómo funciona el efecto placebo, identificaron una región del cerebro que está directamente implicada en la eficacia del placebo, lo cual explica cómo funciona a nivel biológico. Ahora se sabe que una persona responde satisfactoriamente a un tratamiento de placebo porque en su cerebro se activa una región asociada a obtener un beneficio o una recompensa.
Por otro lado existe el llamado efecto nocebo. Este efecto también está identificado, y ocurre cuando a un paciente se le dice que tal o cual fármaco va a producirle tal o cual efecto secundario. Así, si a un paciente se le dice que determinada medicina puede producir ardor de estómago es más probable que le de ardor de estómago que si no se le dice. Por ello a los pacientes ‘hipocondríacos’ no les conviene leer los prospectos de los medicamentos, pues, por sugestión, probablemente irán padeciendo algo de lo que lean.
lunes, 7 de julio de 2008
Cómo funciona el efecto placebo
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