Alguien dijo alguna vez que tus cicatrices son el mapa de tu vida
Detrás de cada cicatriz, hay una historia.
Son esas cicatrices que quedan tras el paso del tiempo, roturas óseas, suturas en el cuerpo, accidentes, operaciones. A menudo las recordamos señalándolas y contamos el momento, a veces amargamente, otras con nostalgia, de cuando fueron producidas.
Afortunadamente para aquellas personas que esas cicatrices le resulten traumáticas, tienen una solución, aquí está.
Sin embargo, hay cicatrices que no son percibidas por nuestros ojos, son cicatrices que almacenamos en nuestro espíritu, en el interior de nuestra alma en los recovecos de nuestro corazón.
A menudo esas cicatrices se cierran en falso, apenas se sujetan por una fina membrana de resignación o una liviana patina de esperanza
Apenas frotas sobre su superficie la frágil cicatriz vuelve a reabrirse y nuevamente se convierte en una herida sangrante. Solo el paso del tiempo y la armadura que ponemos en nuestro espíritu a modo de tirita, hace que se consolide en una cicatriz debidamente suturada.
Hay personas que por alguna razón no consiguen cicatrizar sus heridas, sus mecanismos de defensa no saben, no quieren o no pueden cerrar el caudal de amargura por donde se les escapa a borbotones los buenos momentos aun por disfrutar que les tiene preparada la vida. Se aíslan, se bloquean dejan de razonar coherentemente y se instalan en la tristeza, la autocompasión o la desesperanza.
Llegado a este punto, muchos consiguen sobrevivir en esa situación. Un día mejor, otro día peor, pero su devenir constante son callejones de desconsuelo.
Otros en cambio se niegan a aceptar esa situación. No están dispuestos a lidiar con la vida a las constantes batallas que se tienen que enfrentar. Una vida que al fin y al cabo ya no les satisface, una vida que creen que no les ofrece nada interesante para seguir.
Tomar la determinación de salir de esta vida no debe de ser tarea fácil, posiblemente la mayoría de nosotros no lo entenderíamos, lo que si deberíamos de entender es que nadie elige venir a este mundo, el salir de el, si esta en nuestra mano, eso debería ser respetado.
Detrás de cada cicatriz, hay una historia.
Son esas cicatrices que quedan tras el paso del tiempo, roturas óseas, suturas en el cuerpo, accidentes, operaciones. A menudo las recordamos señalándolas y contamos el momento, a veces amargamente, otras con nostalgia, de cuando fueron producidas.
Afortunadamente para aquellas personas que esas cicatrices le resulten traumáticas, tienen una solución, aquí está.
Sin embargo, hay cicatrices que no son percibidas por nuestros ojos, son cicatrices que almacenamos en nuestro espíritu, en el interior de nuestra alma en los recovecos de nuestro corazón.
A menudo esas cicatrices se cierran en falso, apenas se sujetan por una fina membrana de resignación o una liviana patina de esperanza
Apenas frotas sobre su superficie la frágil cicatriz vuelve a reabrirse y nuevamente se convierte en una herida sangrante. Solo el paso del tiempo y la armadura que ponemos en nuestro espíritu a modo de tirita, hace que se consolide en una cicatriz debidamente suturada.
Hay personas que por alguna razón no consiguen cicatrizar sus heridas, sus mecanismos de defensa no saben, no quieren o no pueden cerrar el caudal de amargura por donde se les escapa a borbotones los buenos momentos aun por disfrutar que les tiene preparada la vida. Se aíslan, se bloquean dejan de razonar coherentemente y se instalan en la tristeza, la autocompasión o la desesperanza.
Llegado a este punto, muchos consiguen sobrevivir en esa situación. Un día mejor, otro día peor, pero su devenir constante son callejones de desconsuelo.
Otros en cambio se niegan a aceptar esa situación. No están dispuestos a lidiar con la vida a las constantes batallas que se tienen que enfrentar. Una vida que al fin y al cabo ya no les satisface, una vida que creen que no les ofrece nada interesante para seguir.
Tomar la determinación de salir de esta vida no debe de ser tarea fácil, posiblemente la mayoría de nosotros no lo entenderíamos, lo que si deberíamos de entender es que nadie elige venir a este mundo, el salir de el, si esta en nuestra mano, eso debería ser respetado.
3 comentarios:
Y verás que en la vida hay que sufrir,
Y verás que en la vida hay que luchar,
pero al final si eres fuerte ganarás,
no queda sino batirnos,
no queda sino luchar.
Buen escrito. ; )
respetado queda
tanza me has hecho reflexionar
un besazo muacsss
Las heridas se curan, pero las cicatrices siempre kedan.
Un beso
La susti
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