domingo, 7 de diciembre de 2008

La piel de la anguila


Alguien dijo alguna vez que; que la vida y los buenos momentos son como una anguila, has de aferrarte a ellos bien fuerte, para que no se te escurran entre las manos.

"Una vez compré una anguila a un pescadero chino en el Soho, la llevé a casa en la Northern Line y después comprendí que había que despellejarla. He aquí cómo se hace: la clavas en el marco de una puerta u otra madera sólida de tu domicilio, le haces una incicsión en cada agalla, coges sendos alicates en las manos, aferras con ellos los dos cortes practicados, afirmas el pie contra la puerta, a la altura de la cabeza de la anguila, y le arrancas poco a poco la piel, que es firme y elástica, como una espesa cámara de aire. Después me alegré de haberlo hecho. Ahora sabría qué hacer si me obligaran a sobrevivir en algún lugar con una anguila, dos alicates y el marco de una puerta por toda compañía: pero por lo demás no necesito una actividad tan crucial en mi vida. Ahumada, estofada, en barbacoa, mi plato da la bienvenida a la mayoría de las formas de la anguila, pero en adelante prefiero que otros le arranquen la piel".

relato encontrado en soitu

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