Se llama James Gilpin, y es estudiante de arte.
James es diabético, su páncreas no le funciona correctamente y le obliga a tomar insulina.
La abuela de James, Patricia, también es diabética.
Un buen día, a James se le ocurrió una brillante y revolucionaria idea. James partió de la base de que una buena bebida alcohólica se elabora a partir de la fermentación de los azúcares.
¿Y que mejor fuente de azúcares que la que los propios enfermos de diabetes pierden por su orina?
James puso en marcha su proyecto e instó a su abuela patricia a que guardara toda su orina en un recipiente que junto con la de él sería procesada. Los pacientes de edad avanzada presentan un nivel mas alto de azúcar en su orina y como consecuencia una mayor calidad.
James se pone manos a la obra.
Con unos rudimentarios medios entre alambiques y probetas, James filtra la orina con el mismo proceso que se utiliza para purificar el agua. Separa los azucares, los cristaliza y los añade a una base de cereales. Después agrega malta y agua y los deja fermentar.
De esa forma, James ha creado un whisky de una calidad excelente el “Gilpin Family Whisky” un whisky de malta, que los que se han atrevido a probarlo comentan que no tienen nada que envidiar a los de fabricación industrial.
Ancianos diabéticos de todo su condado ofrecen sus orines al bueno de Gilpin para que siga con su producción. De momento James Gilpin no piensa en comercializar su producto (todo se andará) pero James etiqueta todas las botellas de su whisky con el nombre y la edad del voluntario que ofreció su orina para su revolucionario proyecto.
visto akí
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2 comentarios:
Cardhu, tus días están contados
Mientras no tenga la mala suerte ... el Cardhu seguirá comercializándose.
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