jueves, 10 de junio de 2010

Vivir erguido o morir de asco...tú eliges


A veces las cosas surgen porque sí


Nadie las organiza, nadie las abandera.

Surgen así como de improviso, como sin querer. Alguien enciende la mecha y cuando vienes a echar cuentas ya no hay vuelta atrás. 5, 4, 3, 2, 1…¡Boomm!

Solo hace falta una causa, una inquietud, un “hasta aquí hemos llegado” para que nos abofeteemos las mejillas y despertemos del aletargamiento donde estamos sumidos.

Ahora es el momento. No mañana ni pasado, el momento es ¡ahora!

Ni doscientos clubs Bilderberg, ni quinientos mil lobbys judios, ni el sinfín de corporaciones mediáticas que nos manipulan con sus informaciones selectivas, ni todos los gobiernos del mundo, son capaces de frenar el empuje de una sociedad que se rebela ante la voracidad sin limites y el saqueo dislocado de unos pocos.

La cadena cada vez se hace mas corta. Se va rompiendo, eslabón tras eslabón. Si aún no se ha roto el tuyo, descuida, pronto serás un puto trozo de acero que yazcas en el suelo sin ninguna utilidad y viviendo de la cada vez más escasa caridad gubernamental.

Hay gente que se rebela contra eso, gente que no da su brazo a torcer, gente que moriría por lo que cree que es justo.

Todos los especuladores inmobiliarios han recogido sus bártulos y tras arrasar a media Europa se han trasladado a China. Un país emergente donde a golpe de látigo y expolio,  sus dictadores dirigentes están imponiendo la cultura del “bienestar”. El mismo bienestar que nos implantaron a nosotros y que tan magníficos resultados nos ha proporcionado.

Pero he aquí que un humilde campesino chino, no esta dispuesto a que le expropien sus tierras. Esas tierras le pertenecen. Cierto es que las tierras en China, todas son de propiedad del estado, pero ese campesino las tiene en usufructo hasta el 2029 y no esta dispuesto que se las arrebaten por la codicia de la burbuja inmobiliaria
   
Dos veces han intentado desahuciarlo de sus tierras policías y trabajadores de demolición, y dos veces han salido huyendo como conejos asustados.

Yang Youde, que así se llama nuestro héroe mandarín, ha construido una especie de cañón de bricolaje que dispara proyectiles construidos con pólvora de artificio y encaramado en una torreta  que divisa todo su territorio, lanza cañonazos a todo lo que se menea o todo lo que el considere una amenaza para su hacienda.

Son ya muchos los vecinos que se han unido a la causa del bueno de Yang, y aunque el asunto tiene visos de acabar a modo de Tiananmen, también existe la posibilidad de que un humilde campesino haga tambalear al gobierno de su país y que los especuladores inmobiliarios opten por demolerle el coño a su puta madre.

Abajo un bonito ejemplo de cómo un solo y descocado individuo, poco a poco, lenta pero inexorablemente va contagiando a una autentica muchedumbre que se agolpa en torno a él y le sigue en su desenfreno.



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